¿Te has preguntado alguna vez por qué la obesidad se ha convertido en una preocupación global? ¿Son las calorías la única pieza del rompecabezas? ¿Se puede estar obeso estando delgado?
La obesidad, más que una simple cuestión estética, se ha convertido en un problema de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo. Hasta ahora, el índice de masa corporal (IMC) es el valor de referencia para calcular la obesidad, basada en la relación de peso y altura, pero centrada en el peso. Pero es evidente que no podemos comparar a dos personas con el mismo peso y talla si una de ellas es culturista y la otra tiene obesidad. Es por eso que no hay que obsesionarse con la báscula doméstica, pero sí que hay que tener en cuenta el porcentaje de grasa corporal.
Además, es posible estar delgado y tener obesidad, una condición conocida como "obesidad metabólica" o "delgadez metabólica". Esta situación se caracteriza por la acumulación de grasa visceral alrededor de los órganos internos, a pesar de mantener un peso corporal aparentemente normal o incluso bajo. La distribución de la grasa, especialmente en la región abdominal, es un factor crucial en la obesidad metabólica. Aunque alguien pueda lucir delgado externamente, la presencia de grasa interna puede estar asociada con problemas metabólicos, como resistencia a la insulina o niveles elevados de lípidos en la sangre.
Es importante considerar la composición corporal y el estado metabólico global y no centrarse únicamente en el peso corporal visible cuando se habla de obesidad.
Calorías y balance energético
En muchas ocasiones hemos escuchado que todo se reduce a las calorías: consumir menos de las que quemamos. Hace referencia al “balance energético". Este equilibrio es un concepto fundamental en la regulación del peso corporal. Si consumes más calorías de las que gastas, se produce un exceso de energía que puede almacenarse en forma de grasa, llevando a un aumento de peso. Por otro lado, si gastas más calorías de las que consumes, se produce un déficit de energía, lo que puede llevar a la pérdida de peso.
Pero si fuera así de fácil, ¿por qué muchas personas no consiguen perder peso a pesar de contar meticulosamente sus calorías? ¿Cómo se gastan esas calorías?
Os dejo un poco de teoría para entender cómo el cuerpo gasta calorías, un poco más adelante entenderéis por qué, sed pacientes, prometo explicarlo de la forma más amena posible ¡Palabrita!
El gasto energético total (GET) tiene tres componentes: el gasto o metabolismo basal (MB), el gasto por actividad física (GAF) y la termogénesis inducida por la dieta (TID)
- Metabolismo Basal (MB):
El metabolismo basal se refiere a la energía que el cuerpo necesita en reposo para mantener funciones vitales como la respiración, la circulación y la regulación de la temperatura. Factores genéticos, la masa muscular y la edad pueden influir en la velocidad del metabolismo basal, por eso se habla de metabolismo lento o rápido.
Metabolismo Lento: el cuerpo quema menos calorías en estado de reposo.
Metabolismo Rápido: el cuerpo quema más calorías en reposo.
- Termogénesis Inducida por la Dieta (TID):
La TID se refiere a la energía necesaria para digerir, absorber y procesar los nutrientes de los alimentos consumidos. Se estima que es entre un 6 y un 10% del metabolismo basal.
También se está investigando sobre cómo actúan otros factores en la TID, como la frecuencia y los horarios de la alimentación, y ya destaca el efecto de los ritmos circadianos con un incremento de la TID en ingestas matutinas en comparación con las nocturnas, un incremento de la TID al tener una frecuencia regular de alimentación, y cuando los periodos entre comidas superan las 2 horas.
- Actividad Física (GAF):
Incluso con un metabolismo basal más lento, la actividad física, como caminar o realizar otras tareas, puede contribuir significativamente a la quema de calorías.
Un metabolismo más rápido puede facilitar la pérdida de peso, especialmente cuando se combina con una rutina de ejercicio regular que incluye actividades aeróbicas y de resistencia.
Después del ejercicio, el cuerpo puede continuar quemando calorías debido al aumento del metabolismo post-entrenamiento, especialmente si la rutina incluye ejercicios de intensidad moderada a alta.
Es importante destacar que la combinación de un metabolismo saludable con una dieta equilibrada y actividad física regular es clave para mantener un peso corporal saludable.
Ya has visto porque recomendaciones como comer más por la mañana que por la noche, con regularidad, no picar entre comidas, comer vegetales crudos y masticar adecuadamente, respetar el sueño y los ciclos circadianos... tienen lógica para frenar o revertir la obesidad, si entendemos estas bases teóricas.
Además, la composición corporal, la genética y otros factores individuales también influyen en cómo se gasta y se almacena la energía, y en la obesidad.
¿Los hábitos modernos son causas de la obesidad?
La vida moderna nos ha brindado comodidades inimaginables, pero también ha traído consigo cambios en nuestros hábitos de vida y alimentación. Realizamos menor actividad física en nuestra rutina diaria, recurrimos en muchas ocasiones a comida procesada y precocinada por comodidad, pereza por cocinar o rapidez, y cada vez vivimos en una sociedad más desconectada a nivel personal (de las emociones, de otras personas, de la comunidad), aunque estemos en una sociedad súper conectada a nivel digital.
Además, como ya os conté en el artículo “El poder del alimento natural: revitaliza cuerpo y alma” existen productos hiper palatables que nos generan una especie de adicción a este tipo de “comida” menos saludable, y cada vez hay más y más disponibles a nuestro alrededor.
Para comprender plenamente la obesidad, es esencial adoptar un enfoque holístico que aborde tanto los aspectos físicos como los emocionales. Pregúntate:
¿Qué comes? ¿Cómo están cocinados? Tipo de alimentos y su método de elaboración ¿Cuándo comes? Regularidad ¿Cuánto comes? Cantidad ¿Cada cuánto comes? Frecuencia
¿Cómo la comes? Estás distraído, con prisa, nervioso…
¿Qué emociones sientes? ¿Gestionas realmente esa emoción?
¿Descansas realmente por la noche? ¿Cuántas horas descansas?
¿Realizas ejercicio? ¿Subes escaleras o prefieres el ascensor?
Hemos visto que la alimentación, el balance energético, el metabolismo basal, la termogénesis inducida en la dieta, el gasto físico, los ciclos circadianos, los horarios regulares, pausar la ingesta entre horas… Todo ello influye en la obesidad, pero también la genética, la resistencia a la insulina, la microbiota… Como veis conocer las causas de la obesidad es un rompecabezas complejo que requiere un enfoque integral.
Me alargaría mucho si os sigo contando, pero prometo hacerlo próximamente. Si te suscribes al blog recibirás más información sobre este tema y otros relacionados con tu bienestar directamente en tu buzón.
P.D.: Dedicado a todas las personas que padecen obesidad y se esfuerzan sin éxito en mejorar su salud. Luchan con el juicio de los demás y el suyo propio y no saben por dónde más poderla abordar. ¡No atiendas al juicio! Observa el empeño, constancia y tenacidad que posees. Se puede cambiar, cada uno debe encontrar el método integral que es más eficaz en su caso, pero se puede, cree en ello.