¿Eres de los que abren el armario o la nevera cuando tiene que hacer algo importante? ¿O de los que se ponen a limpiar u ordenar la casa para no hacer aquello que realmente tienen que hacer? ¿Dejas para mañana lo que puedes hacer hoy?
En el agitado mundo de hoy, donde las demandas y responsabilidades parecen no tener fin, es fácil caer en la trampa de priorizar a los demás sobre uno mismo, o aplazar esa tarea importante para más tarde e invertir ese valioso tiempo en algo más banal. Como dijo una vez el poeta Ovidio "veo algo bueno y lo apruebo; pero sigo lo peor" ¿Te resulta familiar? Esta simple declaración captura la esencia de un comportamiento que muchos de nosotros conocemos demasiado bien: la procrastinación. Es ese sutil enemigo que nos convence de que siempre habrá tiempo para nuestras propias necesidades, mientras atendemos a las de los demás.
Las Etapas de la procrastinación: un viaje en tres actos
La procrastinación no es un acto único, sino una secuencia de etapas que nos atrapa gradualmente en su tela de araña.
Comienza con la percepción de incomodidad al enfrentar una actividad desafiante. Ya sea hacer ejercicio, adoptar una dieta más saludable o dedicar tiempo a la meditación, a menudo experimentamos resistencia inicial.
Entonces, ¿qué hacemos? Nos refugiamos en la fase dos: buscar algo totalmente secundario para hacer. Desde revisar nuestras redes sociales hasta limpiar repentinamente cada rincón de la casa, esta actividad secundaria parece urgente y necesaria en el momento.
Esta justificación instantánea nos conduce a la tercera fase: autoengaño. Nos decimos a nosotros mismos que aún hay tiempo, que podemos hacerlo más tarde, que este no es el momento adecuado. Pero aquí está el truco: ese "momento adecuado" rara vez llega. Nos encontramos atrapados en un ciclo interminable de dilación, comprometiendo nuestra salud y bienestar en el proceso.
La procrastinación perjudica la autoestima y la seguridad en ti mismo. Está arraigada en nuestras reacciones a la incomodidad, nuestras tendencias perfeccionistas y nuestras inseguridades.
Procrastinación: el aliento de la perfección y la inseguridad
¿Por qué procrastinamos? Esta pregunta a menudo nos lleva a las profundidades de nuestra personalidad. La procrastinación tiene una afinidad especial por las personas perfeccionistas o con inseguridades arraigadas. Aquellos que aspiran a la excelencia en todo lo que hacen, a menudo sienten una presión abrumadora para que cada acción sea impecable. Esto puede paralizarlos, llevándolos a postergar tareas que perciben como difíciles o inalcanzables, o que no van a conseguir el grado de perfección que ellos quieren alcanzar. No te pierdas en los detalles. Repite este mantra: mejor hecho, que perfecto.
Por otro lado, la inseguridad puede hacer que pospongamos las cosas por temor al fracaso. Si no empezamos, no podemos fallar, ¿verdad? Esta mentalidad nos mantiene atrapados en una burbuja de evitación, impidiendo cualquier avance real hacia nuestros objetivos.
Pasos para vencer la procrastinación
Ahora que entendemos las trampas de la procrastinación, es hora de liberarnos y abrazar el cambio saludable que merecemos. Aquí hay algunos pasos cruciales para ayudarte a superar la procrastinación:
1. Conócete a ti mismo:
El autoconocimiento es el primer paso hacia cualquier cambio significativo. Reflexiona sobre tus hábitos, patrones de pensamiento y lo que te lleva a procrastinar. Comprender tus desencadenantes personales te permitirá abordarlos de manera efectiva.
2. Haz una lista de tareas y explora tus emociones:
Escribe una lista de las tareas que has estado posponiendo. Luego, profundiza en las razones emocionales detrás de esas postergaciones. ¿Sientes ansiedad, miedo o incluso una sensación de abrumación? Reconoce estas emociones y prepárate para enfrentarlas.
3. Divide y Vencerás:
En lugar de abordar una tarea como una entidad abrumadora, divídela en pequeñas metas alcanzables. Establecer objetivos más pequeños hace que el proceso parezca menos intimidante y te permite celebrar tus logros en el camino.
4. Elimina las Distracciones:
Identifica las distracciones que te impiden concentrarte en tus objetivos. Esto podría incluir redes sociales, notificaciones del teléfono o incluso el desorden en tu entorno. Crea un espacio de trabajo libre de distracciones para fomentar tu enfoque y productividad.
5. Celebra los Pequeños Pasos:
Recompénsate por cada logro, no importa cuán pequeño sea. Celebrar tus avances te motiva a seguir adelante y refuerza la sensación de que estás avanzando hacia tu objetivo final.
La procrastinación es un obstáculo que muchos enfrentamos en nuestro viaje hacia el bienestar personal. “mañana empiezo a cuidarme”, “mañana me apunto al gimnasio”, “mañana salgo a andar”, “mañana organizo el menú de la semana”... La procrastinación perjudica la autoestima y la seguridad en ti mismo. Está arraigada en nuestras reacciones a la incomodidad, nuestras tendencias perfeccionistas y nuestras inseguridades.
Cuando te escuches a ti mismo decir “mañana…” cambia ese discurso y dite a ti mismo “hoy…” y recuerda que mejor hecho que perfecto y que el valiente es quien se enfrenta a su miedo. Así que sé valiente y realiza esas acciones imperfectas que te lleven a abrazar tu estado de salud.
Recuerda, el tiempo para cuidar de ti mismo es ahora. Deja atrás la autojustificación y el autoengaño. El hombre ya procrastinaba en la época del Imperio Romano, lo ha puesto en evidencia Ovidio, no sigamos posponiendo nuestro bienestar dos mil años más (estoy exagerando, no te lo tomes al pie de la letra, a ver si pensando que tienes mucho por delante vas a procrastinar aún más). Enfrenta ya hoy la incomodidad y abraza el potencial de un mañana más saludable y gratificante.
P.D.: Dedicado a todas aquellas personas que caemos en la tentación de revisar más de una vez la aplicación meteorológica antes que mirar por la ventana. ¿Es por qué necesitamos saber el tiempo para elegir la ropa que nos vamos a poner o qué actividad vamos a realizar? ¿O realmente es una excusa para posponer la actividad que debemos priorizar? Cada vez que mires las noticias, el tiempo, las redes sociales… cuestiónatelo y observa qué acción estás evitando hacer y qué emoción te impide priorizarte.