¿Te has parado a pensar cómo frases que has escuchado de pequeño se pueden haber convertido en una creencia limitante para ti? ¿Te decían “hasta que no te lo acabes todo no te levantas de la mesa? o ¿quizás te suenan más expresiones como “este niño está delgado, va a enfermar” o “se le ve sano, está fuerte (si tenía kilos de más)”?
Las creencias limitantes son aquellas ideas que tenemos sobre nosotros mismos, el mundo y nuestra capacidad para lograr nuestros objetivos, que nos impiden alcanzar nuestro verdadero potencial. Son afirmaciones que consideramos verdaderas, muchas veces de forma inconsciente, pero que en realidad están condicionadas por nuestra educación, sociedad y experiencia.
Si has escuchado cada día que el plato debe quedar vacío a la hora de comer, probablemente tengas la creencia de que debes comer todo lo que te pongan en el plato independientemente del tamaño de la ración aunque tu cuerpo te esté pidiendo a gritos que pares porque está saciado. Si has obedecido ese mandato habrás desentrenado a que tu cuerpo identifique las señales de saciedad y comerás probablemente más cantidad de la que te conviene. Si no eres consciente de que tienes esa creencia y que te limita en tu proceso de mejorar tu forma de comer difícilmente lograrás tu meta.
Muchos de nosotros hemos convivido con esos comentarios de sano o enfermizo en función de si estabas gordo, a lo que ellos llamaban fuerte, o delgado. Si nos detenemos a reflexionar sobre ello, ese pensamiento funcionó en una época de guerra o postguerra en la que se pasó hambre y había escasez de alimentos, probablemente el que tuviera más reservas, tenía más capacidad de sobrevivir en ese entorno hostil. Pero ¿realmente aplica a los tiempos actuales? Puede que tengamos una resistencia a perder peso porque creamos de forma inconsciente que nos vamos a enfermar, cuando la ciencia hoy en día está demostrando que existen un gran número de enfermedades relacionadas con el exceso de peso.
Cuando se trata de conseguir un peso óptimo, las creencias limitantes pueden ser especialmente perjudiciales. Muchas personas tienen ideas preconcebidas sobre su capacidad para perder peso o su relación con la comida que pueden impedirles alcanzar sus metas.
A continuación, os propongo algunas de las creencias limitantes más comunes relacionadas con el peso y algunas reflexiones para ayudarte a superarlas.
"Soy obeso porque tengo una genética mala"
Es cierto que la genética puede influir en la forma en que nuestro cuerpo almacena y quema grasa, pero eso no significa que sea imposible perder peso. Aunque algunas personas pueden tener que trabajar más duro que otras para conseguirlo, todos tienen la capacidad de hacerlo. Cada persona es única y debe realizar su propia ruta para lograrlo. En lugar de culpar a la genética, es mejor enfocarse en hacer cambios positivos en los hábitos de vida que pueden ayudar a tener un peso óptimo y mantenerse saludable.
"No puedo dejar de comer ciertos alimentos"
Muchas personas tienen alimentos que consideran "imposibles de dejar". Pueden ser alimentos altos en calorías, alimentos que consumen en momentos de estrés o alimentos que simplemente les encantan. Sin embargo, esto no significa que no se pueda dejar de comer estos alimentos. La clave es enfocarse en la moderación y no en la privación. En lugar de eliminar completamente los alimentos que amas, trata de reducir la cantidad que consumes y buscar alternativas más saludables.
"No tengo tiempo para hacer ejercicio"
Muchas personas creen que no tienen suficiente tiempo para hacer ejercicio, lo que puede ser especialmente difícil si tienen trabajos sedentarios o tienen hijos pequeños. Sin embargo, hacer ejercicio regularmente no tiene que llevar mucho tiempo. Incluso pequeñas cantidades de actividad física pueden ser beneficiosas para la salud y ayudar en la pérdida de peso. En lugar de tratar de hacer ejercicio durante una hora al día, intenta hacer pequeñas caminatas o ejercicios en casa durante unos minutos al día, de manera constante en el tiempo.
"No puedo perder peso porque estoy demasiado ocupado"
Muchas personas creen que no pueden perder peso porque no tienen suficiente tiempo para cocinar comidas saludables o hacer ejercicio. Sin embargo, es posible hacer cambios saludables incluso si se tiene una agenda ocupada. En lugar de cocinar todas las comidas desde cero, trate de hacer comidas grandes los fines de semana y congelarlas para tener comidas saludables listas para usar durante la semana. Además, buscar formas de hacer ejercicio en su día a día, como subir escaleras en lugar de coger el ascensor o ir caminando al trabajo en lugar de conducir, puede ser una gran ayuda.
"No merezco ser feliz si no pierdo peso"
Muchas personas asocian la felicidad con la pérdida de peso. Sin embargo, la felicidad no está determinada por el tamaño del cuerpo. Es importante recordar que todas las personas merecen ser felices, independientemente de su tamaño o peso. En lugar de esperar a perder peso para ser feliz, es mejor enfocarse en hacer cambios positivos en su vida y encontrar la felicidad en el momento presente.
Estos son solo algunos ejemplos de creencias limitantes. Es importante identificar estas creencias y trabajar para superarlas. Al hacerlo, podemos abrirnos a nuevas posibilidades y encontrar la motivación necesaria para hacer cambios positivos en nuestra vida. Recuerda que la pérdida de peso no es solo una cuestión de dieta y ejercicio, sino que también implica cambios positivos en nuestra mentalidad y actitudes hacia la comida y nuestro cuerpo.
Toma consciencia de estas tres premisas:
Nosotros somos diferentes de nuestras creencias.
La realidad es diferente a nuestras creencias.
La realidad es percibida por cada uno de nosotros de distinta manera en función de nuestro mapa mental (educación, contexto social, experiencias)
Reflexiona, tómate tu tiempo, identifica qué creencias tienes asociadas a tu objetivo que pueden ser limitantes para ti. Busca otras creencias potenciadoras que sustituyan esas creencias limitantes.
¡Creer es poder! Crea tu nueva realidad, tú tienes las herramientas necesarias, y si consideras que necesitas apoyo, puedes contactar con un profesional para trabajar de forma conjunta y desarrollar un plan de acción personalizado que te permita lograr esos cambios saludables que quieres ver en ti.
P.D.: Dedicado a todos los que escuchamos a nuestros mayores decir que nos lo teníamos que comer todo porque había niños que pasaban hambre, como si la desnutrición infantil en el mundo se midiera por media aritmética. Ellos creían que lo hacían bien, y sabemos que nos lo decían con todo su amor. Si hubieran controlado las raciones que cocinaban, o nos hubieran puesto menos cantidad en el plato con la opción de repetir, hubiéramos evitado el desperdicio alimentario y habríamos adquirido un hábito mucho más saludable.