¿Te has fijado alguna vez si comes según tu estado de ánimo? ¿O si eliges un tipo de alimentos u otros en función de tus emociones? Si estás nervioso o preocupado ¿eres de los que se te cierra el estómago o comes sin parar para eliminar esa angustia?
A menudo, pasamos por alto el hecho de que nuestras emociones pueden afectar la forma en que digerimos los alimentos, lo que a su vez puede afectar nuestro bienestar físico y mental. A continuación exploraremos cómo las emociones influyen en la digestión y cómo podemos manejarlas para mejorar nuestra salud digestiva.
En primer lugar, es importante entender que el sistema digestivo y el sistema nervioso están íntimamente conectados. De hecho, el sistema nervioso entérico, a veces llamado el "segundo cerebro", es un sistema complejo de neuronas que se encuentra en el tracto digestivo y está conectado al sistema nervioso central. Este sistema nervioso entérico controla el proceso digestivo de principio a fin, incluyendo la producción de ácido gástrico, la motilidad intestinal (los movimientos que hacen posible el recorrido de los alimentos a través de todo el sistema digestivo) y la liberación de enzimas digestivas.
Cuando estamos emocionalmente estresados, nuestro sistema nervioso autónomo, que controla las respuestas "luchar o huir", se activa y esto puede tener un impacto directo en nuestra digestión. El estrés y la ansiedad pueden provocar una disminución en la producción de ácido gástrico, lo que puede hacer que los alimentos se digieran más lentamente o se absorban mal. Además, la tensión emocional puede provocar contracciones en los músculos del tracto gastrointestinal, lo que puede causar dolor, diarrea o estreñimiento.
Cuando estamos emocionalmente estresados, nuestro sistema nervioso autónomo, que controla las respuestas "luchar o huir", se activa y esto puede tener un impacto directo en nuestra digestión.
Por otro lado, las emociones positivas pueden tener un efecto beneficioso en la digestión. La risa, por ejemplo, puede estimular la producción de ácido gástrico y mejorar la motilidad intestinal. La relajación y la meditación también pueden ayudar a reducir el estrés y la ansiedad, lo que puede mejorar la digestión y reducir la inflamación en el tracto gastrointestinal.
Entonces, ¿cómo podemos manejar nuestras emociones para mejorar nuestra salud digestiva?
Lo primero es saber identificar las emociones. Por desgracia no todos sabemos reconocerlas, ha sido una lección pendiente que poco a poco se va trabajando en las escuelas y los hogares en la actualidad, Si no sabemos identificarlas, no podemos reconocerlas en nosotros mismos; y si no sabemos qué nos pasa, no podemos actuar en consecuencia.
Así que te propongo a partir de ahora observar a las personas que te rodean y a ti misma para ir poco a poco creando el hábito de reconocer las emociones. Ahí van algunas para que te ayuden en esta tarea. Son emociones positivas la aceptación, la alegría, la amabilidad, la empatía, la firmeza, la fortaleza, la motivación o la vitalidad. ¿Cuántas veces nos preguntan cómo estamos y contestamos bien y no vamos más allá en la respuesta? Si indagamos un poco más seguro que aparecen un montón de emociones que describen nuestro estado de ánimo. “Estoy bien, gracias (lo mantengo porque es la respuesta rápida que estamos acostumbrados a dar por convencionalismo social), me siento súper contenta de escribir este post para ayudar a otras personas a que mejoren su salud” o en caso contrario podría ser “pero me siento triste y preocupada sabiendo que las reservas de agua son escasas este año”.
Como ves, triste, preocupado, son algunas emociones negativas, como abatido, decepcionado, enfadado, humillado, incomprendido, miedo… También existen algunas que dependen del contexto para poderlas clasificar como positivas o negativas por sí mismas, como arrepentimiento, excitación, indiferencia, serenidad o valentía. Simplemente reconócelas, no te centres en clasificarlas, pero a partir de ahora haz este ejercicio.
Así que te propongo a partir de ahora observar a las personas que te rodean y a ti misma para ir poco a poco creando el hábito de reconocer las emociones.
Cuando hayas aprendido a reconocerlas, también es importante identificar cuáles han sido sus desencadenantes emocionales, aprende a reconocer los factores que desencadenan tus emociones negativas y trata de evitarlos o manejarlos de manera efectiva.
Una buena manera de manejarlas es practicando la relajación, encuentra una técnica de relajación que funcione para ti, como la meditación, el yoga o una más sencilla disponible en cualquier momento, la respiración profunda. Dedica tiempo cada día para practicar esta técnica y reducir el estrés.
Encuentra formas saludables de manejar el estrés, como hacer ejercicio regularmente, pasar tiempo al aire libre o hablar con un amigo cercano. Comparte esas emociones, no las guardes, se magnifican en silencio.
Al cocinar, al comer… hazlo conscientemente, no es lo mismo cocinar con prisa, enfadado o estresado que cocinar con atención en lo que estamos haciendo y poniendo todo nuestro cariño en la preparación de esa receta, recuerda poner amor siempre como ingrediente en cualquier plato. Y tómate el tiempo necesario para disfrutar y saborear tus comidas. Evita comer en exceso y trata de comer en un ambiente relajado y agradable.
Recuerda que si sientes que tus emociones están afectando seriamente tu salud digestiva o tu calidad de vida en general, busca ayuda profesional de un médico o un terapeuta.
En conclusión, nuestras emociones tienen un impacto directo en la digestión y pueden afectar nuestra salud digestiva en general. Al aprender a manejar nuestras emociones y reducir el estrés, podemos mejorar nuestra salud digestiva y disfrutar de una vida más saludable y feliz.
P.D.: este artículo va dedicado a todas las madres que de forma innata saben añadir “amor” en sus fantásticas recetas ¡eso sí que es magia! Aunque luego nos pongan cucharones de más en el plato o se pasen un rato haciendo trapicheo de fiambreras cuando vamos de visita ;)