¿No tienes claro qué productos poner en tu cesta cuando vas al supermercado? ¿Te ha pasado alguna vez que escoges un producto pensando que es saludable por la imagen del envase y al llegar a casa y ver el aspecto real, lees la etiqueta y te sorprende la cantidad de aditivos que lleva? ¿Te dejas llevar por los anuncios y las ofertas del día?
Los supermercados o hipermercados son los lugares habituales de compra para la mayoría de nosotros. Ahí podemos encontrar de todo, pero no en la misma proporción. Si observamos el número de pasillos destinados a “alimentos” en comparación al número de pasillos destinados a “productos alimenticios”, veremos que son muy pocos.
Ahora dirás “¿te refieres a productos de limpieza y otras cosas que no se comen?” Pues no. Si comparamos todo lo que se puede comer, encontraremos más productos alimenticios que alimentos. Sigue leyendo y te explico la diferencia.
Es importante tener en cuenta que la mayoría de los alimentos que consumimos diariamente están procesados de alguna manera. Ya sea que se trate de una bolsa de patatas fritas, una barrita de cereales o una lata de conserva, todos estos productos han sido modificados para ser consumidos de una forma específica, pero unos han sido procesados mínimamente por motivos de conservación y otros ultra procesados con cantidades ingentes de calorías, azúcares, grasas y pocos nutrientes, por intereses económicos de quienes los producen (aunque esté disfrazado de comodidad, rapidez y otros términos que nada tienen que ver con la salud y la alimentación).
Alimento vs producto alimenticio
Podríamos definir un alimento como cualquier sustancia que es consumida por los seres vivos para mantenerse con vida y llevar a cabo sus funciones corporales, gracias a sus nutrientes. Los alimentos frescos y sin procesar suelen ser ricos en fibra, vitaminas y minerales.
Los productos alimenticios son alimentos que han sido procesados industrialmente para su comercialización y consumo. A menudo, estos alimentos contienen menos nutrientes que los alimentos frescos, debido a los procesos de refinamiento, adición de conservantes y otros aditivos o la exposición a altas temperaturas.
Aunque los productos alimenticios pueden tener un sabor más atractivo y durar más tiempo en la estantería, pueden tener menos nutrientes que los alimentos frescos y sin procesar. Los nutrientes, como las vitaminas, los minerales y las fibras, son esenciales para la salud y el bienestar, y una dieta equilibrada debe incluir una variedad de alimentos frescos y sin procesar para conseguir ese equilibrio.
Algunos productos alimenticios, sin embargo, se enriquecen con vitaminas y minerales para compensar la pérdida de nutrientes durante el procesamiento. Seguro que has visto algunos cereales para el desayuno y productos lácteos pueden contener calcio, vitamina D y hierro añadido para mejorar su valor nutricional. Aunque esto puede ayudar a mejorar la nutrición de los productos alimenticios, estos nutrientes enriquecidos suelen ser de baja calidad y pueden no ser tan efectivos como los nutrientes naturales presentes en los alimentos frescos. Si no están en la forma adecuada para que el cuerpo los absorba, podemos añadirle nutrientes a cucharadas, que nuestro tubo digestivo le servirá de tubería desde la entrada (boca) hasta la salida (ya sabes por dónde).
Los nutrientes, como las vitaminas, los minerales y las fibras, son esenciales para la salud y el bienestar, y una dieta equilibrada debe incluir una variedad de alimentos frescos y sin procesar para conseguir ese equilibrio.
Además de la carencia nutricional, algunos productos alimenticios pueden contener ingredientes poco saludables, como grasas saturadas, grasas trans, azúcares refinados y sodio. El consumo excesivo de estos ingredientes puede tener efectos negativos en la salud, como aumento de peso, enfermedades cardíacas, diabetes y otros problemas.
Algunas recomendaciones para elegir lo que más te conviene
Si tienes un mercado cerca o pequeños comercios de proximidad, convertirlos en tus tiendas de confianza para realizar tus compras, y si indagas un poco más hablando con ellos puedes saber dónde y cómo se cultivan o crían esos alimentos que acabarán nutriendo tu cuerpo.
Elige productos que estén en su forma de origen, mejor tomates enteros que botes de tomate triturado, por ejemplo, o mejor un filete que una hamburguesa. Si te preguntas “¿qué forma se parece más a su estado original?” te ayudará a hacer mejores elecciones tanto en la compra como en un restaurante. Cuanto más parecido a su estado original, menos ingredientes innecesarios y aditivos tendrá.
Lleva una lista de la compra con lo que realmente quieres comprar, así evitarás las tentaciones de la mercadotecnia (esas técnicas que utilizan para que compres productos poco convenientes). El día que vea a un agricultor con sus hortalizas al lado de la línea de cajas en el supermercado en vez de estanterías con chicles o gominolas, cambiaré mi recomendación. Programa tus comidas, una semana, dos días… lo que te resulte más cómodo. Piensa qué vas a comer o cenar, revisa qué tienes en la nevera o en la despensa, y apunta en una lista lo que necesites.
Evita comprar productos con más de cinco ingredientes. Es una forma clara de saber si ya te estás pasando al lado oscuro de los ultra procesados. En próximas entradas te explicaré cómo leer las etiquetas para darte un poco más de información, pero revisa las etiquetas siempre, y aunque no entiendas qué es el E-120 o ácido carmínico, si ves que hay muchos ingredientes, intenta encontrar otro producto que contenga menos, seguro que hay otra opción, o cuestiónate si realmente necesitas ese producto.
Así que la próxima vez que vayas al supermercado, intenta elegir alimentos frescos y sin procesar en lugar de productos alimenticios. Si necesitas comprar alimentos procesados, trata de leer las etiquetas con atención para asegurarte de que contienen nutrientes esenciales y no contienen demasiados aditivos artificiales o ingredientes poco saludables (recuerda, grasas saturadas, azúcares, sal…). Opta por alimentos frescos siempre que sea posible.
P.D.: Este post va dedicado a todos los que nos sabemos la canción “yo soy aquel negrito, del África tropical, que cultivando cantaba la canción del XXX (no voy a ser yo la que publicite la marca aquí, cuando venden azúcar diciendo que es cacao)…” ¡¡Vaya pelotazo publicitario!! ¿Quién se iba a resistir a dar de merendar ese producto “ideal” después de escuchar el anuncio en la radio en los años 50? ¡ En los años 50! Y todavía hoy la recordamos muchísimas generaciones que ni estábamos en proyecto en esa época. Hay que reconocer que fueron la leche ;)