¿En qué momento fue necesaria la palabra ecológica para hablar de agricultura? ¿Qué papel desempeñó la vida silvestre en nuestros primeros pasos hacia una agricultura más sostenible? ¿Saber esto puede influir en nuestras decisiones alimentarias hoy en día?

A veces es necesario poner contexto a ciertos hechos que son inherentes a nosotros mismos, para ayudarnos a tomar conciencia sobre cómo tomar mejores decisiones para nuestra salud.
El pasado 3 de marzo, se celebró el día mundial de la vida silvestre y, como es de costumbre en mi, me dio que reflexionar.
Aunque estamos en un mundo controlado, digitalizado, urbanizado y veloz, debemos recordar que como especie humana, somos animales sociales, y como tales dependemos y vivimos de la naturaleza, aunque no lo parezca.
Dependemos de los recursos de la naturaleza para todo: ropa, calzado, combustible, materiales de construcción… y, como no, para alimentarnos.
Historia (breve) de la alimentación
Desde los albores de la humanidad, la búsqueda de alimentos ha sido un viaje lleno de descubrimientos y transformaciones. Hace miles de años, nuestros ancestros vivían en estrecha conexión con la naturaleza, dependiendo de la caza, la recolección y la pesca para satisfacer sus necesidades alimenticias más básicas. Sin embargo, este vínculo primordial con la vida silvestre experimentó un cambio monumental con el surgimiento de la agricultura, hace más de 10.000 años.
La agricultura transformó radicalmente la forma en que obteníamos nuestra comida. Este hito marcó el inicio de una nueva era, donde el ser humano comenzó a cultivar sus propios alimentos y a criar ganado, dejaron de ser nómadas en busca de alimento para crear los primeros asentamientos y civilizaciones.
¿Cuál era el objetivo inicial? Producir alimento de manera controlada, sin necesidad de moverse y garantizando suficiente comida para la población. En aquel momento, querían cultivar alimentos, más allá de ser conscientes del impacto que tendría en la naturaleza. Pasaron de proveerse de la vida silvestre a hacerlo de la “vida” doméstica.
De la agricultura a la agricultura ecológica
Con el afán de producir y abastecer alimentos para la población, se empezó a estudiar y controlar cada vez más todos los aspectos relacionados con la agricultura y con la ganadería: el suelo, el clima, el agua, las plagas y las enfermedades que mermaban las cosechas, la conservación de alimentos… Y cada vez hay más avances científicos y tecnológicos en esta área de investigación ¡hasta controlan las fincas con drones y cámaras térmicas!
Hoy en día ya no tiene intimidad ni el trigo.
Bromas a parte, qué maravillosa es la mente humana y su capacidad de imaginar y crear ¡eso es lo que nos distingue como especie!
Pero en muchas ocasiones ese avance no ha tenido en cuenta otras consecuencias para el medio y para nuestra salud, promovidos por la carrera de intereses económicos en los mercados globales.
Tan solo hace unas décadas, se dieron cuenta que algo no iba bien. Los métodos utilizados en la agricultura provocaban suelos menos fértiles, plagas y enfermedades más resistentes, abonos y productos fitosanitarios con principios activos perjudiciales para la salud y el medio y pérdida de biodiversidad.
Y ahí apareció la agricultura ecológica, como recurso para reestablecer un sistema más armónico con la naturaleza que garantizara la fertilidad del suelo, la salud de las plantas y la salud de las personas.
Además de esas buenas prácticas agrícolas, una de las principales acciones que se llevan a cabo con la agricultura ecológica es la recuperación de variedades autóctonas, ya que éstas de forma natural, se adaptan al suelo y al clima de la zona, proporcionando variedad de nutrientes además de respetar y proteger los ecosistemas naturales.
La vida silvestre sigue desempeñando un papel vital en nuestra alimentación moderna, animales de caza, plantas, semillas… pero por desgracia la propia mano del hombre ha hecho que muchas especies estén en peligro de extinción y estén protegidas, por lo que no se pueden cazar o recolectar libremente.
Reconectando con nuestras raíces alimenticias
Es fundamental que nos reconectemos con nuestros orígenes alimenticios a través de la agricultura ecológica. Y cuando hablo de agricultura ecológica, no solo hago referencia al sello que todos conocemos y vemos en los envases. También es conocer la historia del agricultor o ganadero, cómo cuida y alimenta a esos seres vivos que nos van a proporcionar alimento, más allá de pagar un plus por una certificación.
Nuestra historia alimentaria es un relato de adaptación, innovación y evolución, y la agricultura ecológica es la última página de este emocionante capítulo. Desde nuestros modestos inicios como cazadores-recolectores hasta nuestro papel actual como defensores de una alimentación más sostenible, hemos experimentado una transformación extraordinaria en nuestra relación con la comida. Al reconocer la importancia de la agricultura ecológica y aprender de nuestros antepasados, podemos forjar un camino hacia un futuro alimenticio más saludable y equilibrado para las generaciones venideras.

P.D.: Dedicado a todos los agricultores y ganaderos que se esfuerzan por respetar la naturaleza y nuestra salud, produciendo de manera ecológica. Por la injusticia que supone pagar certificados que acrediten sus buenas prácticas repercutiendo en costes y en precio de venta al consumidor final, en vez de penalizar producciones más nocivas para nosotros y para el medio.